lunes, 11 de marzo de 2013

El pan de ayer y el hambre de hoy

Verena, Rocío, Antonio, Carolina y Elisa tienen cuatro cosas en común: Son jóvenes, preparados, provienen de los llamados países "PIIGS" y han debido emigrar a Berlín para buscarse salidas que sus países no les pueden ofrecer. 

Son exiliados laborales y lo son porque han nacido en países porcinos.




El término "PIIGS" -cerdo en inglés- se empezó a usar en ambientes periodísticos y económicos ya por el año 1997. Es un acrónimo que, en un primer momento, congregaba a los países periféricos de Europa: Portugal, Irlanda, Grecia y España. A partir de la implosión financiera del 2008 se incluyó también a Italia en el término. Este peyorativo nombre fue creado por el periódico Financial Times para aglutinar a aquellas naciones que presentan precarias condiciones de las cuentas públicas y escasa competitividad capitalista. Características que les vuelven incierta la capacidad de pagar la deuda pública a las entidades financieras.
Desempleo, medidas de austeridad pública, duras sanciones por ser beneficiarios de estas ayudas económicas, privatizaciones de servicios públicos e impuestos sustancialmente altos en comparación con la renta base de estos países, son algunas de las características que recogen los "PIIGS".

La consecuencia es clara: el sistemático empobrecimiento de los ciudadanos de los países periféricos les empuja a huir de su ciudad natal.
La precariedad laboral es un hecho que se palpa y se ceba en especial con los jóvenes. Una generación que creció en los tiempos de bonanza económica, aquellos en los que te regalaban hipotecas y la burbuja de la construcción estaba en su máximo auge. La misma época en la que dedicar años de sus vidas estudiando era la opción más lógica para labrarse un futuro que, de alguna manera, les han robado.

  Gráfico realizado por elconfidencial.com

En España y Grecia, la tasa de desempleo de los jóvenes se duplicó entre 2007 y 2011, y en la actualidad se sitúa en el 53,8% y el 42%, respectivamente. En Irlanda, pasó del 8,5 % al 31,9 % en ese mismo período. En Portugal e Italia, la tasa actual de desempleo juvenil es de más del 25 %.

Tienen carreras, másters, idiomas pero no encuentran trabajo de aquello que han estudiado; están abocados a trabajos precarios, temporales, a ser eternos becarios o a quedarse en el desempleo.
Según la encuesta de población activa (EPA) el 91% del empleo destruido en los últimos cuatro años es de menores de 35 años.


Los datos que nos ofrecen el Instito Nacional de Estadística son más que esclarecedores. La cifra de jóvenes emigrantes de nuestra nación, de entre 15 y 29 años, alcanzaba los 302.623 en el año 2012. 

El año anterior fueron 242.154. En total, se estima que cada semana emigran varios miles de jóvenes, y contando sólo aquellos que se inscribían en los consulados españoles de sus respectivos países de destino que son, efectivamente, los menos.

Impostación legal del trabajo precario.

¿Qué hace ante esto el Gobierno? Para fomentar la contratación a menores de 30 años en España se han implementado los ya renombrados mini-jobs. Esta medida no es una ocurrencia de Rajoy tomando ejemplo de Alemania, dónde están vigentes desde el año 2003; si no que se trata de una petición por parte del Banco Central Europeo (BCE). Otra de las "medidas de ajuste" impuestas para conceder los créditos de la deuda que hemos aceptado.

En agosto del año 2011, el BCE remitió una carta al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero en la que, a cambio de reactivar su programa de compra de deuda española, exigía una serie de medidas de ajuste presupuestario y económico. Entre ellas, una "devaluación competitiva" de los salarios, acciones contra el desempleo juvenil y la creación de una nueva categoría de trabajadores con sueldos inferiores al mínimo establecido (situado en 641,4 euros). Marco dónde se crea el término "mini-job".

Pero esta medida no es la panacea ni siquiera para aquellos países que no forman parte de los "PIIGS". Un informe del Ministerio de Trabajo alemán desvela que las cotizaciones a los fondos de pensiones de los empleados mini-jobs solo les darán derecho a 3,11 euros de pensión al mes por cada año trabajado. El resultado será que 4,6 millones de alemanes serán abocados a la pobreza tras su jubilación.

Volviendo a nuestro país: tras la instauración de los mini-jobs, las medidas de facilidades al despido, los contratos de formación para jóvenes (becarios hasta 30 años con una baja remuneración y escasa cotización), la exención de causa para firmar contratos temporales para menores de 30 años -entre otras-; son bastonazos para la juventud ya bastante precaria anteriormente.

Los jóvenes, por tanto, sólo ven tres salidas posibles: depender de sus padres, subsistir con contratos basura ahora más reglamentados, o emigrar. Y, precisamente, uno de los países más solicitados es el mismo creador de esta forma de contratación, Alemania. 

Por un lado, la cancillera alemana Angel Merkel se reúne con la vicepresidenta Sáez de Santamaría para expresar su preocupación por la elevada tasa de paro juvenil en España, y le da consejos sobre cómo fomentar la creación de trabajos precarios para este target. Por otro, la ministra de trabajo alemán Ursula vor der Leyen establece medidas para fomentar la movilidad de la juventud europea hacia Alemania y comenta que ha sido "un golpe de suerte" que haya tantos emigrantes cualificados del sur y este de Europa. Un dato: el país germánico está fomentando la contratación de maquinistas de tren de los países porcinos, mientras que el mismo sector se pone en huelga este año pidiendo aumentos salariales que compensen la inflación.


Respuesta social

Ante esta triste situación, el colectivo Juventud Sin Futuro está organizando una iniciativa que denuncia el exilio forzoso de la juventud precaria.

No nos vamos, nos echan, se trata de una plataforma dónde  se muestran casos de jóvenes obligados a emigrar tanto fuera como dentro de España. Ya cuenta con más de 6.000 historias  y el 26 de febrero fue el tema más comentado en twitter a nivel mundial.

Juventud Sin Futuro llama a la movilización en las calles el 7 de Abril, bajo el lema "QUE SE VAYAN ELLOS".


Silvia Peinado



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